Una belleza para los ojos de los aficionados, Primillo de Cebada Gago salió del cajón como si hubiera bajado del cielo un ángel celestial, que posar, que planta, que pelaje ensabanado blanco inmaculado, que conformación de pitones, una delicia en cuanto a presentación se refiere.
La Penya Els Braus de Burriana apostó fuerte por este toro reseñado para Pamplona, pero que finalmente acabó en las calles de esta localidad. Ya no sabemos si porque los ganaderos no confiaban demasiado en él o porque la cotización de la calle es más que apetecible.
La cuestión es que salió en la plaza Mayor con muchas piernas, con el rabo estirado y se fue directo para las calles, donde se produjo algún que otro susto sin consecuencias. Volvió a la plaza pero se fue de otra vez suelto por el callejón. Cuando vino de nuevo, le cerraron las puertas, la embolada de la noche hizo que quisieran cuidarlo.
Durante ese espacio de tiempo, el toro se arrancó con alegría a un quiebro de Miguel "Maik", en el que el cebaita se desplazó y Miguel se gustó echándose de rodillas. Otro quiebro más en el que el toro perdió las manos y quedó deslucido y una rodada de Dani Martínez a la que acudió sin demasiado celo. Poco lo pudimos ver, no acabó de emplearse.
La Penya de Penyes desencajonó a Intruso de El Pilar, un ejemplar simplón de presencia, con esqueleto pero sin acabar de tener la seriedad que adquieren estos astados de cinqueños. Bravucón, acudió a todo con prontitud, dejó algún remate pero adoleció de poca fuerza, en muchas ocasiones acabó en el suelo. Dio un susto a un joven cuando lo quebró, se echó al toro encima. En la plaza Mayor alguna vuelta en la que embistió con codicia y alguna otra en la que metió bien la cara abajo. Quizás con un año más y mayor preparación, hubiera sido mucho mejor toro.
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