GENEALOGÍA GANADERA DE LOS DOMECQ Y DIEZ

Desde 1385 se conoce la existencia de los Domecq por tierras francesas, concretamente en el Béarn francés. Campesinos aristócratas, en 1816 la familia desembarca en Jerez, tras su paso por Londres, y empieza su andadura en los negocios de los vinos y licores, con un gran éxito gracias a Pierre Domecq Lembeye. 

La continuidad del negocio llega de manos de Pedro Domecq Loustau, quien fue el descubridor del primer brandy español allá por el año 1874, en una curiosa historia fruto del destino. Cinco años antes, recibió un enorme pedido de un licor de calidad de un cliente que al poco quebró. Con todo el alcohol ya producido, decidió almacenarlo en unos toneles de roble americano. Al pedir una muestra de aquel líquido cinco años más tarde, descubrió un licor tostado con un especial aroma. Había nacido "Fundador".

Pedro se casó con la jerezana Carmen Núñez de Villavicencio, uno de sus hijos fue Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio, quien comenzaría la saga ganadera, más por el afán reputacional que por propia afición, con la compra de la ganadería de Veragua a Manuel Martín Alonso en 1930, año en el que bajaron las reses desde Toledo hasta la finca de Jandilla. Fueron sus hijos fruto del matrimonio con María Díez, Juan Pedro, Pedro, Salvador y Álvaro, quienes realmente tuvieron verdadera vocación.

En el medio Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio, rodeado de sus hijos, Juan Pedro, Salvador, Álvaro y Pedro.

Pronto se dio cuenta Juan Pedro, asesorado por Ramón Mora Figueroa, hermano del Marqués de Tamarón, que la explosiva y poco duradera bravura de los Veraguas no era el futuro, y se decidió a escoger del ganado de Ramón, cuatro becerros: Llorón, Caribello, Chucero y Bodeguero, todos ellos descendientes directos de Alpargatero (gran semental proveniente de la ganadería de Parladé). También añade algunas vacas de la misma procedencia. 

Alpargatero es uno de los padres de la ganadería moderna y el primero de los grandes raceadores conocidos en la historia, toro de Parladé y padre del encaste Tamarón. Inunda su simiente el campo bravo a través de sus hijos: Llorón en lo de los Domecq y Díez, Lancero en lo de Carlos Núñez y con el toro Treinta y la vaca Navarra en lo de Atanasio Fernández.

En 1937 fallece Juan Pedro padre, y los hijos heredan la ganadería. Se confiere la administración a Juan Pedro Domecq y Díez, y aunque se realizó un primer reparto, tres de los hermanos prosiguieron juntos, el mayor, Salvador y tío Perico, como se le conocía a Pedro Domecq. Álvaro tomó su devenir y traspasó su parte a su hermano Salvador, que posteriormente vendió a un tercero.

Durante unos cuantos años los tres estuvieron lidiando juntos como Juan Pedro Domecq y hermanos. En 1939 compran a Jose Mora-Figueroa (hijo de Ramón y cuñado de los hermanos Domecq y Díez al casarse con Carmen Domecq y Díez) parte de su ganadería. El resto llegará en 1955 a Pedro Domecq y Rivero, el Marqués de Domecq, un primo de los Domecq y Díez. Esta compra es la mayor parte de la segunda ganadería creada por el padre de Jose (Ramón), cinco años antes, a partir de los García Pedrajas, Parladé puro, y de dos sementales de nombre ambos "Chavetero", nacidos en 1931 y 33, de la misma madre, Tamarones puros. En años sucesivos compran dos camadas de eralas al Conde de la Corte, y se deshacen de casi todo lo Veragua puro y una gran parte de las cruzas. Por tanto, podemos afirmar que la base es Conde de la Corte, Mora Figueroa segunda edición (Parladé vía Pedrajas y Conde de la Corte) y un poco de sangre de las cruzas de Veragua y lo del Conde de la Corte.




La parte de tío Perico, que conservaba una línea pura Veragua, otra pura Tamarón y una tercera cruzada, fue vendida en 1946 a José Luis de la Calle, del cual pasaron en 1948 a Antonio Jiménez, y de él, al señor José Luis Osborne, quien trasladó las reses al cortijo Bolaños, situado entre el Puerto de Santamaría y Jerez. Tío Perico siguió siempre vinculado a la ganadería, era soltero y estuvo hasta el final en la finca Jandilla.

En 1968 Salvador Domecq y Díez se lleva su parte para criar su propia vacada, se hacen tres lotes, y hasta que los tres hermanos no estuvieron cien por cien de acuerdo, no se hizo el reparto. La finca Jandilla (el caserío, las instalaciones y una parte de la finca) se subasta  entre los tres y es Salvador quien se la queda. El resto de la finca sigue en manos de Juan Pedro y tío Perico, que construyeron nuevas instalaciones. Salvador además adquiere la finca colindante denominada "El Torero" y crea su nuevo hierro al que pone el mismo nombre "Toros de El Torero", marcando con el hierro ducal pero cambiando la V por una T. Salvador se caracterizó por tener su peculiar concepto no tan cercano al de sus hermanos Juan Pedro y Perico. Le gustaba el toro que no saliera fácil, que aquello tuviera emoción para que el torero acabara de dominar al toro. Siempre ha sido la que más casta ha tenido, y prueba de ello es que cuando alguno de la familia Domecq la ha necesitado, han recurrido a tío Salvador.

Cuando Salvador Domecq decide dividir la ganadería y las tierras, María Domecq Sainz de Rozas, la primogénita, pide quedarse con la finca Jandilla, por lo que sus hermanos se la cedieron. Adicionalmente, en 1997 forma el hierro de Lagunajanda, que es igual que el del Duque de Veragua pero con una J dentro, también los colores de la divisa son los mismos, blanca y roja. Comenzó con sesenta vacas que le regaló su padre y sementales que le fue dejando. En 2002, cuando se hace el reparto de la vacada, le corresponde una cuarta parte, juntándose prácticamente con trescientas madres. Otra cuarta parte y el hierro de Toros de El Torero, fue heredado por Lola Domecq Sainz de Rozas, que se llevó en 2002 la ganadería a la finca de Las Salinas de Hortales, en el municipio gaditano de El Bosque. La tercera cuarta parte correspondió a otro de los hermanos, Salvador Domecq Sainz de Rozas, que creó en 1998 el hierro de Toros de Salvador Domecq, y se quedó con la finca de El Torero. Por último, una cuarta parte, correspondiente al difunto Francisco Domecq Sainz de Rozas, fue vendida por su familia a los ganaderos Victoriano del Río y Santiago Domecq. Como curiosidad, el toro Dalia de Victoriano al que Manzanares le realizó una extraordinaria faena en Las Ventas, provenía de una de las vacas vendidas.

En 1975, muere Juan Pedro Domecq y Díez, alma mater de este encaste y que definió muchos de los conceptos del mundo ganadero. Entre ellos el de bravura, tal y como sigue: "Es la capacidad que tiene el toro de pelear durante toda la lidia hasta su muerte". Tras el fallecimiento, el que se independiza es Juan Pedro Domecq Solís, al ser el primogénito, hereda el mítico hierro de Veragua, y prosigue en solitario en la finca Lo Álvaro en el término municipal del Castillo de Las Guardas. Los Domecq Solís eran diez hermanos, los otros nueve prosiguen en su parte de la finca Jandilla, y toman este nombre para bautizar la ganadería. Su padre les deja en herencia el hierro de la estrella, que previamente se adquirió a Félix Moreno de la Cova. Fernando Domecq Solís y Borja Domecq Solís, son las cabezas visibles que llevan las riendas.

Como hemos dicho anteriormente, Juan Pedro Domecq Solís continúa él solo y se lleva la parte proporcional que le corresponde, eso le llevará tres años, de 1975 a 1978. En la partición, se llevó una cuarta parte de las vacas madres, y metió ochenta y cuatro veces la mano en el sombrero para tener al menos una vaca de cada una de las familias existentes.  Además, escoge cuatro becerros tentados por él y aprobados, y catorce añojas extra para poder completar el cupo. En total noventa y ocho vacas se trasladan hacia Lo Álvaro y también conserva el derecho de utilizar los sementales que se quedan en Jandilla. Para acabar de completar la genética de su vacada, Juan Pedro echa mano de su tío Salvador, quien como hemos dicho anteriormente, ya había emprendido su camino años antes. Le compra treinta vacas marcadas con el hierro de Veragua y veinticinco eralas tentadas en el año. Con todo el hato de madres ya conformado, lo que intenta entonces Juan Pedro es conseguir un raceador que encumbre su ganadería. El primero que consigue es Artillero, de su tío Salvador, que proviene de una de las familias más encastadas, y que a la postre, fue uno de los sementales clave. Para buscar el segundo, se adentra en los libros y observa que le falta aporte genético de un viejo semental de nombre Rancherito. Bucea entre sus descendientes y encuentra una vaca de nombre Decidora que fue cubierta por este toro, antes de que su padre la vendiera a Luis Algarra. Conocedor de este hecho, descubren ambos ganaderos que efectivamente hay un macho, un poco bastito, de nombre Decidor, entre los toros de saca. Llegan a un acuerdo para compartirlo como semental, y extiende su simiente durante tres años. Otro semental que marcó el devenir de la ganadería. A partir de aquí la ganadería fue creciendo y los éxitos se fueron sucediendo, siendo también una de las vacadas que más madres reproductoras ha vendido dentro de la cabaña brava española. En 2011, Juan Pedro Domecq Solís fallece en un accidente de tráfico, y su hijo, Juan Pedro Domecq Morenés, se hace cargo.

En 1987, Fernando crea Zalduendo y se desvincula de sus hermanos. Son ocho que permanecen unidos bajo Jandilla. Más tarde crean otro hierro pero por poco tiempo, el de Hermanos Domecq Solís, que se vende rápido a Torrehandilla. A partir de aquí, ya solo se queda Borja, que emprende su camino en solitario con Jandilla y el hierro de la estrella, y se lleva su parte a Extremadura. Tanto Fernando como Borja ya no se encuentran entre nosotros. El primero murió en 2019 tras una larga enfermedad, mientras que el segundo nos dejó recientemente a causa del coronavirus. La ganadería de Zalduendo fue vendida antes de la muerte de Fernando al empresario mexicano Antonio Bailleres, mientras que la de Jandilla sigue en manos del hijo de Borja, Borja Domecq Noguera.

Toro con el hierro de Jandilla.

Toro con la Z de Zalduendo.
Finalmente, nos queda hablar del pequeño de los hermanos, Álvaro Domecq y Díez, el cual se dedicó en su juventud a correr las reses en el campo y a rejonear en los ruedos. Hizo gran amistad con Manolete, al coincidir reiteradamente con él en Jandilla. A principio de los 50, comenzó su andadura política, fue alcalde de Jerez, presidente de la Diputación de Cádiz y procurador en las Cortes. En 1954 compra la finca de Los Alburejos y forma el hierro de Torrestrella, y en 1955, adquiere la ganadería de Curro Chica, de procedencia Braganza, es decir, Veragua. No estaba en sus planes pero surgió la oportunidad. Hizo una selección estricta, de estas reses solo se quedaron unas pocas, ya que lo que realmente buscaba era el encaste que había iniciado su padre. Por ello, compró a Carlos Núñez un lote de vacas y un semental, provenientes de Mora-Figueroa. De aquí nació Lancero 123, que fue el semental clave de Torrestrella, y que también padreó en lo de Juan Pedro y descendientes de él, dejaron una gran huella en Jandilla. Su hermano Juan Pedro. también le cedió algunos padres de su vacada. Adicionalmente se trajo algo de su hermano Pedro Domecq y utilizó algunos sementales de la ganadería vecina Cebada Gago, concretamente el toro Fiscal 265, de Núñez con la R de Rincón, y su hijo Ajustador 11, cruce de Núñez (de la línea Villamarta) y Juan Pedro, por parte de madre, al final todo con el mismo origen Parladé. Así hizo su toro Álvaro Domecq, una mezcla entre algunas reses de Veragua-Braganza, de Carlos Núñez, del semental Lancero y de los que vinieron de Jandilla. Actualmente la ganadería está regida por uno de sus hijos, Álvaro Domecq Romero, ayudado por sus sobrinos Luis y Antonio, que en su día también se dedicaron al mundo del rejoneo. Recientemente hemos conocido la noticia de la venta de la mítica finca de Los Alburejos a un grupo inversor internacional por 20 millones de euros. La situación actual de la fiesta no permite el sustento de una finca de tal calibre, y la familia ha decidido tomar este paso y continuar en otra de sus propiedades.

Toro de Torrestrella en la plaza de Castellón.




Espero que este post sirva para ilustrar y dar a conocer más si cabe, una de las casas ganaderas más importantes de la historia de la tauromaquia.

Mucha de la información y los datos obtenidos, proceden del Opus número 9 "Tamarón, alfa y omega de un monoencaste" de André Viard, así como otras fuentes consultadas como el gran periodista taurino Luis Miguel Parrado y los representantes de la ganadería de Lagunajanda.

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