Matinal entretenido en la Sagrada Familia de La Vall, tres
toros de buena presencia y cada uno con sus matices y peculiaridades.
En primer lugar, un Lagunajanda de buena conformación, con
una cara torera, que realizó una salida con transmisión y fue parado por Sergio
Pinel con gran maestría. A posteriori, en la plaza de abajo del recinto, acudió
con codicia y presto a los cites. Le faltó algo de clase en su embestida, brusca
y sin acabar de humillar, pero tuvo la virtud de la prontitud. Le dieron
bastante y respondió a todo, quizás se le hubiera podido cambiar de terrenos
antes de que se aquerenciara.
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El Algarra era un taco, pegado al suelo, perfecto de quilos,
con dos guadañas muy bien puestas que le daban una enorme seriedad. Salió con
muchos pies, sin acabar de mostrar fijeza en nada, algo suelto. Al poco se paró
en la misma plaza y se puso a embestir con suma nobleza y clase, con mayor
fijeza y una preciosa arrancada muy pronta. Se desplazaba bastante en el embroque,
se salía incluso más de la cuenta pero luego volvía. Se vieron buenos quiebros
y rodàs, la mejor de ellas realizada por el veterano Cristián. Sin prepararse el
toro, a cuerpo limpio y con exquisita delicadeza. De lo mejor de la mañana. El
astado era perfecto para las telas, me hubiera gustado verlo desde un inicio,
cuando lo cogió Luismi ya era tarde. Para bordar el toreo haciéndole bien las cosas.
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Por último, un pupilo de Carmen Valiente, con cara también, digno
de cualquier plaza de primera. Cogió de salida a un joven de La Vall al prenderle
por la camiseta y desestabilizarlo. Por suerte, no fue nada grave. Su lidia
transcurrió también en la citada plaza con tierra, y tuvo unos minutos buenos
hasta que se rajó al lado de la fuente. Un comportamiento más tosco pero que
permitió el lucimiento de varios mozos. Destacar un quiebro a pelo que resultó
de gran belleza.
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